La misma mano
que troza la roca,
al rozar tus cabellos
el cielo toca.
Yo,
que hago obediente al potro,
domino a las fieras
y respetan otros,
sedo mansamente
al sentir tus caricias,
que con arrullos permanentes
llevas a un mundo de delicias.
No puedo, si no quererte
con toda mi alma,
mi dulce Xáleshen,
mi sol, mi calma
miércoles, 24 de junio de 2009
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